He
llegado a la conclusión de que usted y yo no nos necesitamos. Solo estamos
juntos por estar.
No
nos engañemos más. Aquí nada va a crecer. Aquí no hay amor. No hay vida. No hay
bases sobre las qué construir. Usted quiere una casa prefabricada y yo quiero
una mansión.
Yo
quiero amor verdadero. Que pueda sentir. Y no lo siento.
Tal
vez usted tiene miedo de hacerme feliz, de encontrarme y perderse en mí.
Usted
tiene un inmenso temor de enamorarse de mí. Pero no quiero seguir luchando.
Voy
a dejar que el río siga su cauce, así sin más. Sin forzar su rumbo. No seguiré
poniendo rocas en el camino para desviar sus aguas.
Usted
busca temporalidad, pero yo busco infinidad. Estamos por rumbos distintos.
Queremos cosas diferentes ¿Para qué continuar en un cuento que no tiene final
feliz?
Yo
sí quiero un amor así. Ese que me haga latir el corazón, con tal fuerza, que
solo quiera estar a su lado por lo que me resta de vida.
Pero
parece que usted no.
No
seguiré esperando nada suyo. Nada. Solo de mí.
El
camino sigue y yo tengo los brazos abiertos.
Hoy
me resigno y acepto. Sigo con la cabeza al frente. Esperando por alguien que
usted, evidentemente, no quiere ser en mi vida: mi amor eterno.